¿Eres de quienes postergan la realización de determinadas actividades agendadas previamente? Con la seguridad, eso sí, de que al terminar, retomarás lo que tenías previsto; al final, te dices que lo que estás haciendo es también algo que debías hacer y por eso estás convencido de que estás empleando energía en algo útil.

Aun así, a pesar de justificar esas acciones, algo te dice que no debiste hacerlo y que estás perdiendo el tiempo en algo que no era necesario.

Procrastinar no debe confundirse con pereza

De allí que procrastinar no debe confundirse con pereza. Invertiste energía y tiempo en resolver algo, que, aunque no era lo previsto, lo urgente o principal, ejecutaste una o varias acciones en su lugar. Pero…, sí, hay un pero: Tu actuar no resultó del todo efectivo. Sabes que no, pues se fue el día o esa mañana y lo que tenías previsto no lo hiciste.

¿Qué es procrastinar?

Luego de esta introducción, veamos qué significa procrastinar.

Procrastinar es postergar actividades de relevancia por otras que parecen serlo y que no lo son, aunque tienen la particularidad de resultar más motivadoras y agradables de ejecutar.

Por lo general, cuando la gente procrastina tiene una sensación de tener el tiempo suficiente para resolver esas otras actividades que va desarrollando en cadena. Una llama a la otra que se engancha con una más y que se encuentra, o así lo parece, pendiente desde días atrás, pero todas ellas sin la importancia ni premura de aquella que debía realizarse.

¿Procrastinar es un hábito?

Un hábito es una práctica constante y automática de una conducta.

Cuando esta acción de postergar lo que debías hacer se repite día a día, se convertirá en un hábito.

Si detectas que, en efecto, las horas de los días no te alcanzan debido a esas varias actividades que sustituyen la que sí debías hacer y que no llevaste a buen término, convertiste procrastinar en un hábito.

¿Por qué la gente procrastina?

Las razones que llevan a procrastinar son diversas.

Cuando te encuentras en frente de tu objetivo principal, surgen pensamientos permisivos que justifican la realización de actividades diferentes a la que te habías propuesto.

Esos pensamientos permisivos (o pensamientos saboteadores, si lo quieres ver de esa manera), son los que te dicen algo como lo siguiente: Esto otro estabas por resolverlo, no pasa nada si lo haces ahora; por el contrario, te habrás quitado un asunto pendiente y trabajarás con más libertad.  Un ejemplo muy común es este: “Mejor organizo el escritorio y pongo un poco de orden antes de empezar a trabajar”. O también: “Voy a cambiarme de ropa para trabajar más cómodo”. Lo que ocurre es que mientras te cambias de ropa detectas algo de desorden en el armario que te lleva a recoger y organizarlo antes de cambiarte de ropa. O, simplemente: “Haré esas llamadas pendientes porque cuando entre de lleno en el trabajo, ya no podré hacerlas”.

Las actividades sustitutivas resultas más agradables y motivadoras

Cuando te preguntes por qué la gente procrastina, la respuesta parece sencilla:  ¿Ves más agradables, motivadoras y rápidas de hacer esas actividades no planificadas que añades a tu día a día en sustitución de la que debías realizar?

No hay una sola razón que te lleve a procrastinar, por lo general son varios los factores que te inducen a hacerlo.

Razones que llevan a la gente a procrastinar:

  1. Esa tarea que postergaste, no tiene para ti una razón económica urgente, social, personal o laboral que te presione lo suficiente como para dedicarle el tiempo que necesita en este momento, lo que provoca que la sustituyas con la idea de retomarlo más adelante.
  2. Esa actividad que aplazaste no era lo suficientemente motivadora o satisfactoria.
  3. Eres de los que afirma que hay estar en varios asuntos al mismo tiempo para ser más productivo, de manera que tu atención se mantiene atenta a múltiples distracciones. Esta conducta obliga a tu mente a estar enfocada en varios asuntos al mismo tiempo.
  4. Falta de atención y concentración que se produce como consecuencia de la hiperactividad a la que te estás acostumbrado.
  5. Recibes satisfacción inmediata al ejecutar esas otras actividades que te distrajeron de tu objetivo principal.
  6. Sientes inseguridad, confusión o miedo para acometer ese proyecto.

¿Cómo evitar la procrastinación?

Es necesario un esfuerzo para centrar el foco de tu atención en el camino para lograrlo, así como en tu objetivo final.

Emprender un negocio requiere concentración

Si te lo propones aprenderás a detectar a tiempo para ocuparte en otro momento de aquellas actividades no vinculadas directamente con tu objetivo.

Para evitar la procrastinación comienza por jerarquizar tus propósitos y establecer un horario. Céntrate en lo que debes hacer cumpliendo las metas que te fijaste cada día, en esos pequeños logros que se convertirán en el resultado final que persigues.

Las siguiente son fáciles recomendaciones para evitar procrastinar.

1. Jerarquiza y establece un horario

Jerarquizar significa darle la importancia que merece a cada asunto que tengas pendiente. Si estableciste un objetivo para ser realizado entre las 8 y las 12 ¿Qué es más importante: ¿comenzar a trabajar a las 8 o a esa hora limpiar y recoger el escritorio?

2. Céntrate

Sabes que estás aplazando ese trabajo cuando decides hacer otras actividades que posiblemente tenías pendiente y, aunque no son importantes, resultan más simples y rápidas, porque procrastinar se hace a consciencia.

Lo que harás a partir de ahora es llevar tu atención a lo principal, aprendiendo que sí eres capaz de evitar la tentación y la distracción y cumplir con lo que tenías previsto.

Enséñale a tu mente a centrarse

Cuando se trata de trabajar, de realizar esa actividad u objetivo que te llevará a tu proyecto de emprendimiento, debes poner todos los sentidos en qué y cómo hacerlo. Piensa por un momento que estás en una oficina bajo la supervisión de tu jefe que te exige tiempos y resultados y donde es difícil tener en la cabeza otras actividades más allá de aquellas que tienes que entregar. Pues pasa igual, solo que tu jefe eres tú dirigiendo la atención de tu mente. Detecta ese pensamiento permisivos o autosaboteadores y redirige tu atención a tu proyecto.

3. Divide las tareas en minitareas

Una de las técnicas para dejar de procrastinar es lograr subdividir la tarea que debes hacer. Dividir tu trabajo en minitareas te permitirá obtener resultados más rápido, más fácil y más eficientemente.

Enfoca tu atención en realizar la primera tarea. Basta notar cómo avanzas para llenarte de energía y motivación para finalizarla. Ese pequeño éxito te impulsara a continuar con el resto.

4. Practica y practica

Ahora que ya sabes qué es procrastinar, verás cómo la práctica hace al experto. Practica: 1. Agendar y cumplir horarios fijados. 2. Céntrarte y poco a poco comenzar a desterrar los pensamientos permisivos. 3. Dividir la tarea principal en varias y pequeñas tareas.

5. Vuelve a tu objetivo principal

Si detectar en un momento de alerta que te has “ido por las ramas” y que has comenzados otras u otras tareas distintas a tu objetivo, tu mayor logro y satisfacción será desconectar de inmediato y volver a lo que estabas haciendo.


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