Elaborar un sencillo presupuesto familiar, es el primer paso práctico para poner orden en la economía doméstica

No es necesario contar con grandes fortunas de dinero para tener la necesidad de elaborar el presupuesto familiar. Muchas familias piensan que no es necesario porque apenas tienen una modesta fuente de ingresos y sus gastos mensuales son los típicos de cualquier familia promedio, como pagar la renta, las facturas de servicios, alguna escapada al cine, el colegio de los niños, o los gastos del vehículo. Independientemente de la holgura económica que tenga tu familia, necesitas elaborar el presupuesto familiar.

Del mismo modo que ocurre en una empresa, mientras no manejemos adecuadamente la economía doméstica, estaremos incurriendo en graves errores con nefastas consecuencias para nuestros bolsillos (y también para nuestra salud), como las deudas que nos cuesta muchísimo pagar,  y repetiremos una y otra vez la tristemente célebre frase: “no llego a fin de mes”.

Para evitar esos momentos embarazosos, debes poner orden en la economía doméstica y el primer paso práctico para lograrlo es elaborar un sencillo presupuesto familiar. El presupuesto te permitirá llevar las cuentas al día, y te ayudará a no derrochar el dinero; te permite hacer un seguimiento de tus gastos para reducirlos, priorizarlos o eliminarlos en la medida de lo posible; además, si mediante el presupuesto conoces la situación económica de tu familia al día de hoy, estarás en capacidad para hacer mejores previsiones, te invitará al ahorro y a protegerte ante imprevistos como enfermedades, desperfectos en la vivienda, averías del vehículo, etc.

Un presupuesto básico tiene dos columnas: la columna de INGRESOS y la columna de GASTOS. En la columna de ingresos escribirás las entradas de dinero que sostienen a tu familia: salarios, horas extras, ayudas económicas y, en general, cualquier otra fuente de ingreso que tu familia tenga durante el mes.

En la columna de gastos, registrarás todos los gastos mensuales clasificándolos en tres categorías: [1] gastos obligatorios (los que no puedes dejar de pagar y además son fijos); por ejemplo, la renta o hipoteca de la casa, un préstamo bancario que hayas solicitado, las cuotas de la Seguridad Social, o el pago de la comunidad. La categoría [2] corresponde a los gastos necesarios (no puedes dejar de pagarlos, pero puedes reducir el importe de lo que pagas); ejemplos típicos de esta categoría corresponden a las facturas de electricidad, agua, teléfono, gastos de alimentación, vestido y transporte. Como ves, no puedes dejar de incurrir en este tipo de gastos, pero puedes tomar acciones para reducir el importe que pagas. La tercera categoría [3] es la de gastos ocasionales o superfluos. Aquí apuntarás todos esos gastos que puedes eliminar totalmente en caso de que sea necesario, por ejemplo: los gastos de ocio y recreación (alimentación y bebidas fuera de casa, paseos de fin de semana), también los bienes de consumo no imprescindibles, como los equipos electrónicos u otros objetos similares.

Una vez que hayas registrado con sinceridad todos los ingresos y todos los gastos, totaliza ambas columnas y establece la diferencia entre ambas. Si el total de la columna de gastos es mayor que la de los ingresos, no hace falta que te diga (porque ya lo habrás notado) que estás en serios problemas económicos y deberás comenzar cuanto antes a eliminar los gastos ocasionales y a reducir el importe de los gastos necesarios (salvo que estés en condiciones de obtener mayores ingresos). Si por el contrario, la columna de ingresos es mayor que la de gastos, deberás interpretar esa diferencia como tu capacidad de ahorro; de ser así, marca el objetivo de ahorrar por lo menos el 10% de tus ingresos mensuales y comprométete a lograrlo.

Recuerda que el objetivo del presupuesto familiar es hacer que los ingresos cubran los gastos; por eso, cuando vayas a elaborar el presupuesto involucra a la familia para que todos se comprometan con el ahorro y eviten el derroche. El presupuesto te ayudará a identificar y eliminar gastos innecesarios, reducir los gastos superfluos y disminuir las facturas de los gastos necesarios. Para que tengas mayor holgura y el presupuesto sea tu mejor aliado financiero, evita hasta donde sea posible el uso de tarjetas de crédito, cuídate de contraer deudas a largo plazo o con intereses muy altos (sobre todo, los créditos al consumo) y lo más importante, nunca te olvides de la regla de oro: no gastes por encima de tus posibilidades.