Tus metas financieras deben ser el producto de tus convicciones, y siempre estarán ajustadas a tus principios, valores y prioridades

Una de las primeras dificultades al momento de ordenar las finanzas personales tiene que ver, precisamente, con el establecimiento de las metas financieras; es decir, el destino al cuál queremos llegar. No hay metas buenas ni metas malas; tampoco puedes pretender establecer tus metas financieras copiando las que se han impuesto otras personas, nada de eso; las metas financieras varían de acuerdo con tu actitud, tus necesidades, tu patrimonio y tu situación financiera actual.

En primer lugar, antes de ponerte a trabajar en el establecimiento de tus metas, ten en cuenta que toda meta debe ser cuantificable (expresada en números o en porcentajes). Si crees que tu meta es: tener suficiente dinero ahorrado para poder pagar los imprevistos del hogar y el vehículo, realmente no estás diciendo nada ¿Qué es para ti “suficiente”? ¿cómo sabes si te estás acercando a la meta que estableciste si no puedes visualizar su evolución? Deberías decir, mas bien: ahorrar el 15% de mis ingresos a partir del mes de Enero 2016. Como ves, no sólo debes concentrarte en el deseo, sino que también cuantificar lo que deseas.

Un segundo aspecto que debes tener en cuenta, es que las metas son la expresión de un equilibrio entre ambición y realismo. No es útil establecer una meta poco ambiciosa o de muy fácil cumplimiento (por ejemplo, reducir en un café  el gasto semanal, sabiendo que eso es lo que cuesta una humilde desayuno de churros con chocolate) de igual modo, tampoco es de utilidad establecer metas poco realistas o difícilmente alcanzables (por ejemplo, reducir en un 80% la factura mensual de servicios a partir del próximo mes). En el primer caso, si la meta es de muy fácil cumplimiento, no habría razón para cambiar los hábitos financieros que contribuyan a alcanzar tus objetivos a mediano y largo plazo. En el caso opuesto, si estableces metas muy duras o difícilmente realizables, te sentirás frustrado por no alcanzarlas y a la final, desestimarás la posibilidad de establecer nuevas pautas que pongan orden en tus finanzas. Quizás ya te hayas dado cuenta que las metas deben implicar algún esfuerzo adicional; dicho de otro modo, te deben obligar a mantener cierta disciplina y rigurosidad en tu actuación diaria; por eso debes evitar que sean otros quienes te impongan las metas a cumplir. Ten siempre presente que las metas financieras deben ser el producto de tu convicción y, consecuentemente, ajustadas a tus principios, valores y prioridades.

Un tercer elemento a considerar cuando vayas a establecer tus metas financieras, es que éstas no pueden ser contradictorias; todas conforman parte de un engranaje que te permitirá alcanzar el estado de bienestar que deseas. Si una meta financiera la estableces así: ahorrar el 30% del salario mensual, y otra la defines en términos de: destinar el 80 % del salario para reducir el saldo deudor de la tarjeta de crédito, ¿cuál vas a cumplir?. Obviamente las dos se contradicen y por lo menos una de ellas, es irrealizable.

Por último, formula tus metas a corto, mediano y largo plazo. No las metas a todas en el mismo saco. Para un objetivo financiero de orden mayor, como pudiera ser el caso de: asegurar la libertad financiera después del retiro, puedes establecer una meta a corto plazo, por ejemplo: Contratar un plan de pensiones antes de que finalice el 1º semestre del año 2016. También puedes establecer una meta a mediano plazo que contribuirá a lograr ese mismo objetivo: por ejemplo: Adquirir dentro de los próximos tres años, una vivienda en primera línea de playa para estinarla a alquiler; y por último: una meta a largo plazo pudiera ser:  Alcanzar la edad de jubilación sin compromisos hipotecarios y manteniendo la propiedad de las dos viviendas.

Como ves, el establecimiento de metas es un proceso dinámico que demanda constante revisión y ajuste, pero mientras más rápido y a más temprana edad comiences a establecer tus metas a largo plazo, mucho mejor; por ejemplo: ¿te imaginas que comiences a planificar hoy la forma de obtener ingresos después de tu retiro, si piensas que eso ocurrirá el próximo año? No tendría mucho sentido ¿verdad?